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Ojo al dato - Inteligencia artificial y artes visuales

Ojo al dato - Inteligencia artificial y artes visuales

Valerio Rocco, Daniel Innerarity, Daniel Canogar, Antón Patiño, Javier Gutiérrez Vicén

 

Verlag Trama Editorial, 2024

ISBN 9788412883411 , 136 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz Wasserzeichen

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9,99 EUR

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Ojo al dato - Inteligencia artificial y artes visuales


 

PRESENTACIÓN Ambivalencias e incertidumbres de la inteligencia artificial


Antón Patiño

La incesante propaganda y el fetichismo tecnológico dota en la actualidad a todo lo relacionado con la inteligencia artificial (IA) de una aureola prodigiosa, como si representara el triunfo de la inmediatez en el conocimiento, la capacidad de generar textos e imágenes instantáneas.

En un texto escrito hace ya mucho tiempo titulado «Principio de instantaneidad» (Revista Telos, 1994), esbozaba algunas ideas con relación al presente incesante y al paradigma de la inmediatez que ya aparecía entonces como uno de los vectores decisivos en el mundo de las prisas.

Vivimos una aceleración inédita que a través de estos recursos tecnológicos permite ofrecer un producto «acabado» al instante. Las imágenes son, en general, superficiales y los textos, a pesar de su aparente asepsia y pulcritud, resultan poco sugerentes. Se nutre todo de un saqueo previo, con material preexistente, a modo de gran bazar enciclopédico instantáneo.1

Truculento juego de animación en obras clásicas que tienen que someterse a un inevitable imperativo dinámico. Textos e imágenes enlatadas que pasan a tener nueva vida en base al pastiche indiscriminado y a una heteróclita promiscuidad que simula crear estilos diferentes.

¿Puede tener un uso burocrático eficaz esta acumulación de datos estadísticos y archivos infinitos? Tal vez en el mundo administrado tenga su aplicación a la carta, según las necesidades, pero con relación a los procesos artísticos la cuestión es más discutible.

Además de la obligación de cumplir con los derechos de autor y las leyes de protección intelectual que son las que garantizan el ecosistema de la cultura. Los derechos de autor son parte decisiva de los derechos humanos.2

Habrá muchos artistas que trabajen a partir de las premisas del arte generativo o de la utilización de recursos vinculados a las posibilidades de nuevos programas tecnológicos. Creadores que ofrezcan nuevas propuestas artísticas a través de un diálogo o interacción con dispositivos electrónicos que actúan a modo de estímulos.

Lo que caracteriza a la evolución artística es un posicionamiento crítico y conceptual rico en sugerencias. Más allá del costumbrismo estético, muchas propuestas suelen postular posicionamientos paródicos: las «Máquinas deseantes» de los legendarios pensadores Deleuze y Guattari que parecían surgir desde la estética dadaísta.

Como respuesta, en su momento a la revolución industrial surgieron inquietudes y sensibilidades artístico-culturales «compensatorias». La revuelta del romanticismo generó en su momento una alternativa radicalmente contrapuesta al universo industrial.

En el contexto de los años 60 el arte povera fue una respuesta en la línea de Marcuse, y las revueltas ecológicas a la segunda fase de la industrialización del mundo y sus secuelas.

Cabe pensar que habrán de surgir propuestas que configuren un fenómeno compensatorio parecido, a modo de contra-relato, con relación a la revolución digital, a la búsqueda de un tiempo propiamente humano que permita sortear un devenir zombi para la poshumanidad. Percepción sensible, reivindicación de la memoria, experiencia sensorial, imaginación y razón.

Ya Marx hablaba de que todo iba a ser profanado y las relaciones humanas alteradas. Zygmunt Bauman teoriza sobre la condición líquida de nuestro entorno, y Ulrich Beck nos alerta frente a una Sociedad del riesgo global, en la economía psíquica de la incertidumbre.

Sabemos que en arte, sin trabajo arduo y lenta elaboración, no hay resultados significativos. «El genio es laboriosidad», decía Victor Hugo. Hasta un artista tan intuitivo como Picasso aseguraba creer en la inspiración, pero siempre y cuando le pillara trabajando.

Habla con sarcástica lucidez Jean Baudrillard de una escritura automática del mundo, desdoblado en incesantes simulacros. Con su penetrante sagacidad sociológica ha generado uno de los diagnósticos más certeros de las incesantes metamorfosis de la tardomodernidad: «La especie humana podría estar dedicándose a una suerte de escritura automática del mundo, a una realidad virtual automatizada…»3

Señala Michel Serres en Atlas: «Y las redes de comunicación ahora reclutan, para su conexión pública, a la humanidad casi entera, que se convierte así en el sujeto de la obra al mismo tiempo que en su objeto. […]Este trabajo, esta obra, ¿tienen como fin la solidaridad utópica de la humanidad entera? ¿Estamos viendo acabar la lucha de los hombres y de las clases o abrirse una guerra total?»4

La clave está en los factores de desigualdad; el tecnofeudalismo define una vuelta de tuerca por parte de las grandes corporaciones. Son muchos los autores que nos advierten desde hace muchas décadas de la autoalienación colectiva de la humanidad, que puede adquirir una dimensión de sumisión sin precedentes con la llamada IA.5

El precariado cultural o precariado cognitivo está en la base de la pirámide de este esquema de dominación. Una cartografía repleta de nuevos desarrollos e ingentes equipamientos de renovadas prótesis neuronales.

El pensador italiano Franco Berardi Bifo, en su libro Futurabilidad, rescata el concepto general intellect, que aparecía en algunos textos de Marx.6 Indaga en la denominada psicosfera contemporánea, en los recovecos del paisaje psíquico de la hipermodernidad: «La conciencia de que vivimos en una situación de dominación abstracta, la conciencia de control cada vez mayor que los automatismos técnicos ejercen sobre la vida social y cultural de las poblaciones.»

«La cooperación intelectual está cada vez más mediada por la técnica: el general intellect se recombina funcionalmente en la máquina de la información en red», indica Bifo. «En este momento histórico, estamos atravesando un proceso de automatización cognitiva. Distintas articulaciones de la máquina global (interfaces, aplicaciones…) proliferan y se insertan en la mente social. El cuerpo conjuntivo y la mente conjuntiva se ven penetrados por la arquitectura de una conectividad generalizada. Un código se inscribe en la conexión infoneuronal; a medida que este proceso de interconexión cognitiva avanza, se nos induce a pensar que no existe ninguna alternativa a esta forma de neurototalitarismo en curso», escribe Bifo.7

El diagnostico sarcástico de Jean Baudrillard frente al Futuro Perfecto diseñado con asepsia por la razón calculadora. El poder disciplinario del nuevo orden comunicativo. «Medios de masas como simulacro». Individuo como terminal de información en el espacio hiperreal de la simulación fractal, el mundo esterilizado de la tecnocultura avanza. Un agujero negro que, según Baudrillard, engulle lo social y desintegra las coordenadas de la identidad social.

Surge una sociedad de control a través de dispositivos panópticos. La premisa de aceleración y el principio de instantaneidad como ejes. El Big Data registrando cada minúsculo detalle de una exhaustiva información y rentable acumulación de datos. La implosión del pastiche, la hegemonía del Kitsch expandido y la alienante cultura instrumental destinada a las masas (si seguimos a la Teoría Crítica).

Algunas hipótesis de Adorno y Horkheimer tal vez se vean confirmadas con sus recelos frente a lo que denominaban industria cultural, y que tantos puntos de contacto habría de tener con las tesis posteriores de la Sociedad del espectáculo emitidas por Guy Debord.

Marcuse señala que «para la explotación y la opresión en la sociedad del capitalismo tardío, la manipulación de la estructura pulsional es una de las palancas más importantes»8.

Planteamientos que contrastan frente al exuberante optimismo tecnológico de autores en la órbita de McLuhan y otros divulgadores de las posibilidades de extensión de los medios.

Frente al tecnodeterminismo y sus variables combinatorias existen otros universos posibles donde la imaginación radical es el eje. «Reexistencia» creativa, procesos de sinestesia y solidaridad sensorial propiciando un continuum entre la cultura y la vida, en el redescubrimiento de la plenitud vital cuando casi todo está amenazado por la instrumentalización tecnoeconómica.

Impulsos paródicos y acción poética, subjetividad rebelde donde el juego imaginativo convoca inéditos espacios de singularidad en un ecosistema que propicia exploraciones experimentales en libertad.

«Un mundo desprovisto de alternativas por falta de imaginación es el mundo de los sujetos manipulados de Aldous Huxley y George Orwell», escribe el arquitecto y teórico Juhani Pallasmaa en Diseminaciones.9

La imaginación radical: surgen arborescencias imaginarias, exploraciones sensoriales a través de la imaginación corporal.

Walter Benjamin y la brisa del mañana donde la creación renueva un pacto originario. El despertar de lo nuevo como alegoría táctil.

El pensamiento-cuerpo se expresa en arte. «La alerta ante la nada se oye siempre en la gran obra», nos dice Jean-François Lyotard en Moralidades posmodernas.

Círculo Visual


La alianza entre el Círculo de Bellas Artes y VEGAP para desarrollar ciclos teóricos relacionados con cuestiones de gran interés sociocultural llega a su tercera convocatoria.10 El presente libro, publicado en la colección VEGAP Contextos, representa una aportación singular en un tema realmente...