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Espiritualidad y biocentrismo - Una nueva tierra para una nueva compasión

Espiritualidad y biocentrismo - Una nueva tierra para una nueva compasión

Iván Rodríguez, Alberto Terrer

 

Verlag Editorial Bubok Publishing, 2018

ISBN 9788468518008 , 682 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz frei

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14,99 EUR

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Espiritualidad y biocentrismo - Una nueva tierra para una nueva compasión


 

 

 

 

 

 

PREFACIO II

 

Por Nacho Fernández Rubio

 

 

Quiero expresar mi agradecimiento al coautor de este libro, Iván Rodríguez Puente, por invitarme a prologar “su creación”; es sin duda un inmerecido honor, que acepto con miedo por no poder estar a la altura que se merecen el autor y su obra.

 

Tiene el lector ante sí todo un tratado que le llevará, nos llevará, de la metafísica a la física, y de la física a la metafísica nuevamente; es decir, del Ser Supremo a nuestro mundo, para luego ofrecernos la esperanza del retorno al Ser infinitamente amoroso, todo ello desde la perspectiva de la espiritualidad, ofreciendo una visión integral, una explicación que responde a todas las preguntas que nos hacemos sobre nuestra existencia.

 

Dice Iván que yo tengo una espiritualidad de corte y estilo tradicional; creo que se refiere a que intento canalizarla dentro de unos cánones determinados, los de una religión (mi referencia externa, en palabras del libro), concretamente la católica.

 

Seguramente por ello no le importará (espero no decepcionarle) si en estas breves palabras hago algún paralelismo, para entender las propuestas que traslada en este extraordinario libro, con respecto a dichos cánones. Intentaré hacerlo, no obstante, sin ningún tipo de prejuicio, acercándome a las ideas que contiene el libro con el interés y la curiosidad de quien, como el propio Iván, “detecta que tiene que haber algo más” en la descripción del mundo en el que vivimos, lo que le lleva a tener una nueva perspectiva en su forma de aproximarse al mismo.

Digo que es un extraordinario libro por varios motivos, tanto por la forma como por el fondo y, sobre todo, por las emociones que transmite.

 

Por la forma, porque está escrito de forma magistral, destilando en todas sus páginas el talento de su autor que, con un estilo claro, limpio, es capaz de trasladar ideas muy complejas. Usa un riquísimo lenguaje y unos ejemplos que nos permiten alcanzar ideas que de otra forma serían inaccesibles. Más aún cuando nos introduce en ideas para las que pretende ofrecer explicaciones desarraigadas de los conceptos que tradicionalmente han tenido para nosotros; es decir, explicar ideas complejas escapando del uso de dichos conceptos hace que la labor sea mucho más difícil, pero la supera de manera sobresaliente.

 

Por su fondo, porque es todo un tratado en el que el lector podrá encontrar una explicación completa, integral, del origen de la vida, para llevarnos a entender las cosas tal y como las “percibimos”; nos muestra, desde la visión metafísica, la vivencia existencial, para llegar, a través del sueño, a la vivencia experiencial, el mundo en el que vivimos, las causas de los desastres y las tragedias que diariamente vemos a nuestro alrededor, del porqué de las cosas que suceden.

 

Darle forma a un fondo, a unas ideas tan complejas ha debido exigir un notable esfuerzo, recompensado sin duda por el resultado: el libro te engancha, una vez que empiezas no puedes dejarlo sin llegar a un punto en el dejar de leer no te implique perder el hilo de los poderosos argumentos, de ideas sugerentes, de explicaciones que no te dejan indiferente; el libro se entiende, pero te exige; se dice que la lectura es a la mente lo mismo que la gimnasia, la actividad física y deportiva es al cuerpo. Es decir, la lectura es el ejercicio físico que necesita nuestro cerebro para “estar en forma”. Pues bien, querido lector, con este libro que tienes en las manos te dispones a entrar en la “sala de musculación” más exigente que pueda haber para tu cerebro.

 

Pero decía que, sobre todo, es un libro extraordinario por las emociones; me explicaré: Iván nos da consejos en el prólogo de cómo debemos afrontar la lectura. Me atreveré a hacer una sugerencia diferente: creo que hay otra manera de empezar el libro, y es por los primeros capítulos o parágrafos de la Tercera Parte, titulada El Retorno.

 

Me atrevo a hacer esta sugerencia porque los párrafos relativos a La Sospecha, La Rendición, La Introspección, La Búsqueda y El Vuelco al Interior, son textos en los que me he visto identificado; si el lector ha pasado por situaciones de zozobra interior, causadas por un detonante exterior, sea este el que sea, al verse reflejado en esas situaciones, pasará de la identificación a la empatía, y de la empatía a la emoción; la emoción de ver que no está solo en su sufrimiento callado; la emoción de saber que alguien que ha pasado por lo mismo ha encontrado consuelo; lo siguiente que deberá hacer -lo siguiente que le pedirá su emoción- es buscar la fuente de ese consuelo, que es lo que todos los que han pasado por esas emociones necesitan/necesitamos; y la fuente está en la explicación que Iván nos ofrece; a partir de ese momento uno tendrá la disposición perfecta para empezar el libro desde el principio; porque se habrá dado cuenta que está buscando “algo” y ese algo, por qué no, es este libro, que te ofrece desde su primera parte una explicación del mundo, de nuestro ser, de nuestra existencia.

 

Si la primera parte es la explicación metafísica de nuestra existencia, la segunda parte, traslada dicha explicación a lo tangible, al “diseño” de lo que conocemos. Es decir, pasamos de lo intangible, lo metafísico, lo existencia, a lo tangible, a lo físico, es decir, lo experiencial. Esta parte es todo un tratado de antropología que nos muestra por qué actuamos como actuamos, por qué somos como somos.

 

Se puede o no estar de acuerdo con la idea-propuesta que nos transmite Iván, te podrá “convencer” más o menos, pero sin duda son unas poderosas ideas que siempre ofrecen una explicación coherente, basada en argumentos, con su causa perfectamente descrita, y su efecto perfectamente identificado.

 

No soy capaz de abordar la dualidad frente a la no dualidad de las visiones; a esa conclusión deberá llegar el lector; mejor dicho, el estudioso.

 

Pero ofrecer una visión, una explicación del mundo, sería simplemente un tratado más, por muy extraordinariamente que esté escrito, y este lo está. Lo que lo hace, en mi opinión, singular, diferencial, es que no se queda ahí; la tercera parte nos lleva a lo que el autor titula El Retorno, y que yo llamo La Esperanza.

 

La Esperanza es volver a los brazos amorosos del Padre, y en esta parte Iván nos indica el camino.

 

Es en esta parte donde yo quiero destacar en el lector lo que hace del libro algo mucho más extraordinario. Lamentablemente para percibirlo hay que conocer a Iván, hay que tratarlo, hay que saber lo que hace por los demás, incluyendo en “los demás” a todo lo vivo que nos rodea, no solo a las personas, también a los animales y al entorno, a eso que llamamos el medio ambiente. Y es que lo que nos transmite no se queda en palabras, él lo vive, él lo aplica, es el motor de su entusiasmo por todo, de su acción diaria. Por ello, cuando le conoces y conoces su coherencia entre lo que proclama y lo que vive, tienes la necesidad, no la mera curiosidad, de averiguar de dónde le viene la fuerza: pues bien, no ha querido guardárselo, en otro derroche de generosidad, ha querido explicarnos que su fuerza está en la espiritualidad que nos transmite en este libro.

 

Pero volviendo al inicio, es decir, a la comprensión del libro desde la perspectiva de un católico, diré que si, como dice Iván, nosotros somos el producto verosímil de un sueño, el ser material fragmentario conscientemente autorreferente y provisto de conciencia moral, pero que lleva dentro la semilla del Creador, dicha semilla se nos ha venido manifestando de muchas formas en esta mínima fracción de tiempo que, dentro de la eternidad, supone nuestra existencia en el mundo (percibido).

 

Una de ellas es, para mí, la Biblia; según la tradición, la Biblia está escrita por Dios, pues los autores materiales fueron meros amanuenses de la voluntad divina; en la terminología del libro, serían canalizaciones, bien que quizá malinterpretadas o, incluso, utilizadas para fines diferentes, cuando no contrarios o manipulados a lo largo de la historia.

 

La idea del hijo soñador, que quiere sentirse causa creadora, la idea de la separación, y la de la rendición y el retorno, está contenida, en mi opinión, en la parábola del hijo pródigo. Este quiere sentirse como el padre, y por eso le pide que le dé su parte, para tener su propia “experiencia”; una vez que experimenta el dolor de la separación, viene la rendición, que le hace tomar fuerzas para iniciar el retorno al padre, que lo espera amorosamente, eternamente.

 

En cualquier caso, lo que me interesa destacar, es que en la visión que nos traslada Iván, haya o no pecado, haya o no, por tanto, perdón, haya o no sentimiento de culpa, lo importante para mí, es que hay Esperanza. Es el mensaje más poderoso del libro; si los libros tienen una “justificación” es la de que nos tienen de decir algo; ese algo es que El Retorno está a nuestro alcance, y que lo está en eso que Iván denomina El Maestro Interior, La Oración.

 

Debemos buscar en nuestro interior: la solución está dentro de nosotros; debemos encontrar esa parte de amor infinito que,...