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Knut Hamsun: Soñador y conquistador

Knut Hamsun: Soñador y conquistador

Ingar Sletten Kolloen

 

Verlag Nórdica Libros, 2020

ISBN 9788418067839 , 600 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz Wasserzeichen

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10,99 EUR

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Knut Hamsun: Soñador y conquistador


 

EL EXORCISMO

La abuela materna de Knut Hamsun, que sufría una enfermedad nerviosa, no soportó ni cuatro meses en aquellas tierras atlánticas y el entierro deterioró todavía más el sistema nervioso de su madre. En 1864 dio a luz por sexta vez y en esta ocasión fue una niña, su segunda hija.

Knut, que entonces tenía cinco años, y su hermana Anne Marie, que era dos años y medio más pequeña, se disputaban con la recién nacida Sophie Marie el regazo materno y con frecuencia Knut terminaba en el medio. Knut era demasiado mayor en comparación con sus hermanas, quienes acaparaban la atención de la madre, pero a su vez, era demasiado pequeño para jugar con sus hermanos, que en esos momentos tenían trece, diez y ocho años.

La madre estaba cada vez más enferma, razón por la cual no siempre podía ocuparse de sus hijos, ni hacer la comida ni limpiar la casa o ayudar a su marido en el establo y en los campos de labranza. Él tenía largas jornadas de trabajo en la granja que, aunque pequeña, exigía muchas horas de dedicación; además era sastre.

La granja les abastecía de comida suficiente, siempre y cuando las heladas se desprendieran de los tejados al comienzo de la primavera, que no lloviera demasiado y el verano no fuera excesivamente seco, ni el frío destruyera el grano en otoño. Sus actividades como sastre estaban pensadas para conseguir el dinero en efectivo que permitiera pagar a su cuñado el arrendamiento de las tierras y poder comprar todo lo necesario, cosas tales como las herramientas y demás materiales o mercancías que la explotación de la granja no producía. Claro está que en el distrito había muchos sastres, razón por la cual los precios eran bajos, y además el padre de Knut Hamsun no siempre se mostraba exigente con la gente que le debía dinero.

Cuando su mujer, después de la muerte de su madre y de su sexto parto, se vio obligada a permanecer en la cama con frecuencia, tuvo que solicitar a la comisión escolar que su hijo mayor Peder, que tan solo contaba trece años, fuese eximido de la asistencia a la escuela puesto que «la enfermedad se abate sobre mi hogar casi todo el año y me resulta muy difícil mantener escolarizados durante todo ese tiempo a buena parte de mis hijos».

Como la recién nacida Sophie Marie lloraba incansablemente durante las veinticuatro horas del día, debido a posibles problemas de cadera o a problemas derivados de la parte inferior de la espalda, y con la intención de aliviar a la madre, llevaron a la pequeña, incluso antes de cumplir un año, desde el caserío de Hamsund hasta la parroquia principal de Presteid, el municipio en cuya granja parroquial vivía Hans Olsen, el hermano de su madre.

Hans Olsen había comprado una casa en la granja parroquial cuyas tierras, arrendadas a la Iglesia, cultivaba con gran dedicación, al tiempo que alquilaba su pequeña granja de Hamsund a su cuñado y a su hermana. También vendía ropa, llevaba la estafeta de correos y dirigía una biblioteca creada por una asociación de lectores.

Disponía de una economía saneada y estaba soltero, pero se había traído desde su pueblo natal, Lom, a una mujer para ocuparse de la casa. Es posible que el acuerdo al que llegaran fuera temporal pero el hecho fue que Sophie Marie nunca volvió con sus padres ni con sus hermanos. Hans Olsen, junto con la comadrona del pueblo, que estaba alojada en su casa, adoptaron a la niña, hija de su hermana. También se había traído desde las montañas del interior hasta aquellas tierras atlánticas a la comadrona, además de a un peón para la granja. Con el tiempo, y debido al gran número de desplazados, la colonia de Gudbransdalen llegó a tener cierta importancia, tanto en Hamarøy, en Salten, como en la provincia de Nordland.

Hacia 1860 se sucedieron una serie de años muy malos para las cosechas. Nevaba tanto en abril como en mayo y la nieve no llegaba a derretirse. Las tierras estaban totalmente congeladas y cubiertas por la nieve precisamente en una época del año en la que se debería labrar, rastrillar y sembrar. Tampoco podían sacar a los animales a pastar en los campos de primavera, razón por la cual las vacas daban cada vez menos leche, los animales tenían partos anticipados y a menudo con terribles consecuencias. No era posible conseguir forraje, así pues el padre de Knut Hamsun se vio obligado a sacrificar algunos animales. Como el grano llegaba demasiado tarde a la tierra, no lograba madurar a tiempo debido a la cosecha forzada a la que se veían obligados por las heladas nocturnas.

Ya no tenían suficiente comida; afortunadamente en el año 1867 hubo una boca menos que alimentar en Hamsund. El hermano mayor, Peder, con tan solo dieciseis años, emigró a América.

Según decían los más viejos, el clima era tan crudo y las cosechas tan malas que las condiciones de vida estaban a punto de ser tan horribles como lo habían sido a comienzos de siglo. Durante ese tiempo, entre los siete y los diez años, Knut Hamsun escuchó con frecuencia los relatos de sus padres y de su abuelo materno hablando de los terribles años de penuria durante el fin de las guerras napoleónicas. En esos momentos, según contaban, el clima destruía las cosechas y el pueblo noruego no podía recibir el trigo ni de su país hermano Dinamarca ni de ningún otro lugar. Los ingleses habían bloqueado todos los puertos de Noruega, de modo que los hambrientos noruegos no recibían grano ni para el consumo ni para la siembra. ¿Acaso no fueron también los ingleses los que habían impedido que Noruega se convirtiera en un estado independiente durante las negociaciones de paz de 1814? Después de permanecer durante más de cuatrocientos años bajo el gobierno del rey de Copenhague, los noruegos vieron cómo Noruega era entregada a Suecia, gracias a las disposiciones de la unión.

Knut Hamsun escuchaba a menudo historias sobre los ingleses y la forma en que explotaban a Noruega. Inglaterra dominaba el comercio mundial y de este modo aprendió que todo iba unido, los años de privaciones, la guerra y los ingleses. Su odio a Inglaterra le fue inculcado durante su infancia.

Justo antes de cumplir nueve años, es decir en agosto de 1868, su madre dio a luz a su séptimo hijo y en esta ocasión fue un chico. Los nervios de su madre se vieron afectados por el embarazo y el parto.

Cuando sentía una gran opresión, su cara se ponía rígida y permanecía callada con la mirada perdida. En ocasiones salía corriendo de la casa en dirección a los campos, subía al monte o se iba andando por el camino mientras desde la casa la escuchaban gritar y emitir sonidos incomprensibles.

Hay múltiples razones para creer que durante ese período de su infancia, Knut Hamsun reflexionó bastante sobre las causas por las cuales su madre estaba tan indispuesta y por qué se comportaba de forma tan extraña. Posiblemente le asustara su comportamiento y le doliera especialmente porque ella no siempre podía ofrecerle ni el amor materno ni la atención que él deseaba. ¿Sentía acaso cierta fascinación? Su interés por la alteración de los estados de ánimo que mostró en la vida adulta así parece indicarlo, y se reflejan en su trabajo, en libros como Hambre y Misterios.

¿Quizás fue entonces cuando se despertó seriamente el interés de Knut Hamsun por las palabras, esas palabras que su madre, en su desconcierto mental, no lograba encontrar?

Su asistencia a la escuela empieza al cumplir nueve años, fue en invierno después de Navidad. La ley obligaba a las autoridades locales a mantener la escuela abierta por un tiempo mínimo de nueve semanas pero en Hamarøy no se estaba en condiciones de mantenerla abierta más de cuatro. El Ayuntamiento contaba con pocos ingresos y los pocos que pagaban impuestos no comprendían por qué razón debían subvencionar más tiempo del necesario a niños pobres. De todos modos, pensaban, una vez que llegaran a la edad de la confirmación empezarían a trabajar como pescadores, artesanos, granjeros, o bien emigrarían a América…

Knut Hamsun ya podía leer y escribir, sus hermanos le habían enseñado el alfabeto. Hacía un par de años que había escrito su nombre por primera vez en el vaho del cristal de la ventana. Podía permanecer mirando las letras durante largo tiempo para vigilarlas, no fuera el caso que los otros niños quisieran borrarlas. Si eso sucedía, se ponía furioso porque las palabras eran suyas.

Tiempo más tarde fue a la escuela estable de la parroquia de Presteid, y allí vivió con su tío en una casa de la granja parroquial; tampoco podía volver a casa de sus padres justo después de terminar las semanas escolares reglamentarias porque tenía que ayudar a su tío. Cortaba troncos, llenaba las cajas de madera para guardarlas en el interior, llevaba agua para los animales y para las personas, limpiaba el estiércol, iba a buscar el heno, encerraba a los animales…

Pero no le gustaba vivir en casa de su tío materno.

Cuando Knut Hamsun cumplió doce años, sus padres llegaron a un acuerdo con Hans Olsen, quien se veía cada vez más afectado por los temblores. Knut viviría en casa de su tío y le ayudaría en los trabajos de la granja y en la estafeta de correos. Desde el punto de vista de sus padres, se trataba de un acuerdo muy favorable porque no tenían que alimentarle ni comprarle ropa. Posiblemente también pensaran que el hecho de frecuentar un ambiente como el de su tío, es decir, entre los hombres más relevantes de la ciudad, el médico, el campanero, el policía rural, el pastor, resultaría provechoso para un chico con tanto talento.

Su hermana pequeña Sophie Marie, que...