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Educar y adiestrar al Pastor Alemán

Educar y adiestrar al Pastor Alemán

Giorgio Teich Alasia

 

Verlag De Vecchi Ediciones, 2020

ISBN 9781644618882 , 128 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz DRM

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4,99 EUR

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Educar y adiestrar al Pastor Alemán


 

ORÍGENES DEL PASTOR ALEMÁN


DEL LOBO AL PERRO DOMÉSTICO

En nuestros días se acepta universalmente, tras largos periodos en los que los zoólogos han propuesto distintas ascendencias, que todas las razas caninas existentes en la actualidad derivan de un único progenitor, el lobo (Canis lupus), y que la especie es única y sigue incluyendo al propio progenitor, mientras que las razas caninas representan sólo distintas variedades de la misma. La extrema diversidad morfológica y caracterial del perro, derivada de milenios de selección funcional y estética por parte del hombre, hacen a menudo difícil la aceptación de tal hipótesis, pero es incontrovertiblemente verdadero, siempre que la técnica sea posible, que el apareamiento entre perro y lobo da individuos fértiles. A este respecto cabe recordar que la propia definición de especie en biología considera que pertenecen a la misma los sujetos capaces de aparearse y producir descendencia fecunda. Sólo los conocimientos científicos más recientes han barrido las hipótesis de una descendencia del perro a partir de otras especies, como el chacal, sostenidas durante largo tiempo por distintos estudiosos, entre los cuales se encuentra el propio Lorenz.

Evidentemente, milenios de historia, leyendas y luchas contra el «enemigo lobo», que en el imaginario colectivo ha representado durante siglos una de las formas del mal, han influenciado en el pasado la idea de que el amigo perro no podía tener entre sus ascendientes a este histórico «villano», sino que forzosamente debía derivar de cánidos más inofensivos y más lejanos de esta imagen ancestral.

Foto: Willem van de Polder

Con respecto a ascendencias más remotas, hoy en día se proponen hipótesis de una primera diferenciación entre lobo y perro acaecida hace más de cien mil años, aunque es muy difícil datar con seguridad la primera aparición de un verdadero perro doméstico, pero distintos restos arqueológicos demuestran que en el Neolítico ya estaba presente, difundido y en gran medida diferenciado de su antecesor salvaje.

Fueron muchos los motivos que favorecieron la domesticación de los lobos, y no de cualquier otra especie afín a ella, como los zorros o los chacales, y puede aventurarse que lo que los hizo más adecuados a la introducción en los grupos humanos no fue sólo la presencia de una organización social jerárquicamente estructurada, sino más bién un consistente patrimonio de comportamientos comunicativos fundados en la mímica facial y en la gestualidad, de la que carecen, por ejemplo, los licaones, aunque sean también sociales. Precisamente al observar a estos últimos y preguntarse sobre su falta de domesticación, la zoóloga inglesa Juliet Clutton-Brock ha detectado que a la notable sociabilidad de los licaones se asocia un repertorio comunicativo bastante insólito, fundado básicamente en intercambios de comida regurgitada, algo que el ser humano no practica de buena gana.

No deben excluirse tampoco otros elementos favorecedores del lobo en los primeros episodios de «adopción», y entre ellos se encuentra la fascinación por sus sofisticadas técnicas de caza y su propia corpulencia, lo bastante importante para permitirle el derribo de las presas de cierta envergadura, pero no lo suficiente para que el animal domesticado fuese difícil de controlar.

El lobo, en las hipótesis de muchos zoólogos, se propone como el único progenitor de todas las razas caninas

La firme sociabilidad del lobo, mayor a la de los zorros y a la de los chacales, probablemente jugó un importante papel en las primeras fases de la domesticación

Las sofisticadas técnicas de caza de las manadas de lobos probablemente ejercieron una notable fascinación en los seres humanos

UNOS LOBEZNOS ENTRE LOS PERROS DOMÉSTICOS

Es probable que los escenarios de la domesticación de los primeros lobos por parte de las poblaciones primitivas fueran de naturalezas distintas, y comprendiesen tanto una forma de clientelismo individual, por parte de adultos especialmente confiados, como la acogida de cachorros huérfanos o capturados. De todas maneras, en el seno de las distintas modalidades habidas en el encuentro entre hombre y perro, la primera verdadera modificación del comportamiento seguramente hizo referencia a la denominada heterofobia, es decir, a la desconfianza hacia los miembros de otra especie. El acercamiento espontáneo por parte de individuos menos desconfiados y, paralelamente, la cría de cachorros más sociables hicieron posible el primer contacto estable entre la especie Homo sapiens y la Canis lupus, que en el futuro resultó ser ventajosa para ambas. Hoy puede definirse como una elección biunívoca, es decir, no sólo el hombre capturó al lobo, sino que este también apresó al ser humano. Y en este fenómeno de primer acercamiento resultaron más adaptables a la aproximación al ser humano aquellos animales que en su madurez eran capaces de perpetuar actitudes infantiles positivas, y expresar paralelamente y de forma contenida aquellos esquemas del comportamiento típicos de la madurez pero no adecuados a la vida con el hombre, como los territoriales.

Profundizando en algunos aspectos de este particular fenómeno de adaptación, el biólogo estadounidense Coppinger ha llegado a lanzar la hipótesis de una primerísima fase de manía pedomórfica (es decir, de perpetuación de características infantiles o neotenia) que ocurrió antes de la domesticación propiamente dicha, cuando unos pequeños grupos de cánidos salvajes, atraídos por lo fácil que era conseguir comida en el campamento de los humanos, ocupó un nuevo nicho ecológico. Y hacia esta nueva actividad de convivencia con el ser humano se encaminaron aquellos individuos (definidos por Lorenz como «salvajes que han dado el primer paso hacia la domesticación»), capaces de superar mediante una confianza típicamente infantil los instintivos temores de los lobos maduros. Hubo pues un periodo de predomesticación que favoreció a los individuos con actitudes más infantiles, mediante un proceso definible como neotenia espontánea.

Para muchos lobos pudo haber ejercido una notable atracción la fácil consecución de comida en el entorno humano

El fenómeno de la fijación de las características infantiles, que, como hemos visto, tuvo una gran importancia en el acercamiento entre la especie humana y la canina, jugó más tarde un papel esencial en las primeras fases de la domesticación propiamente dicha, cuando la selección empezó a desarrollarse mediante la elección de los cachorros que debían mantenerse vivos según las propias exigencias, tanto de tipo funcional, con la búsqueda de actitudes confiadas, como de apego afectivo y de tipo estético. En estas últimas no han tenido poca relevancia las referencias emotivas hacia características infantiles: efectivamente, los pequeños de numerosas especies animales presentan peculiaridades particulares, como los ojos grandes, las mejillas redondeadas y el hocico aplastado, que en su conjunto llegan a formar un especial tipo de mensaje, el baby scheme, capaz de inhibir esos comportamientos agresivos de los individuos adultos e incluso de suscitar actitudes parentales. Este importante fenómeno comunicativo, extremadamente eficaz entre los animales de la misma especie, a veces llega a aparecer entre individuos de especies distintas y, por tanto, en las primeras elecciones de cría por parte del hombre, las instintivas sensaciones de simpatía y familiaridad, suscitadas por los individuos adultos con características infantiles mayormente marcadas, constituyeron un sólido parámetro selectivo no sólo para el perro, sino también para otros muchos animales domésticos que, efectivamente, a menudo se presentan como la versión infantilizada de los progenitores salvajes.

El mensaje que ofrecen las características de los cachorros se demuestra tanto en el hecho de inhibir la agresividad como en el de provocar actitudes de ternura

Características físicas y del comportamiento claramente infantilizadas han sido protagonistas no sólo de las primeras fases de la domesticación, sino también de toda la evolución del perro doméstico: en muchas razas el hocico se acortaba con respecto al progenitor, y se tendía a seguir incluso en edad adulta la relación de dependencia afectiva típica del lobo cachorro y ausente en el individuo adulto, para quien las relaciones en el interior de la manada se regulan básicamente mediante complejas relaciones sociales de dominancia y sumisión; además, hallaba expresión, aunque en distinta medida según la tipología, cierta aptitud para el juego y sobre todo una capacidad de aprendizaje capaz de mantenerse más allá de los límites de tiempo fijados para las especies salvajes.

Todas estas características están tanto en la base de todo tipo de adiestramiento como en la posibilidad del perro de convertirse en el compañero de juego habitual de los pequeños cachorros del hombre, antes, y en el sustituto de ellos en tiempos mucho más recientes.

BASES DE LA RELACIÓN SOCIAL EN LA MANADA

Como es sabido, el lobo es un animal que vive en grupos jerárquicamente organizados de varios individuos (generalmente de 5 a 10), dominados normalmente por un macho, denominado alfa, por su compañera, la hembra alfa, y por algunos jóvenes, de la camada del año y de los años anteriores. En condiciones de estabilidad sólo el macho y...