Suchen und Finden

Titel

Autor

Inhaltsverzeichnis

Nur ebooks mit Firmenlizenz anzeigen:

 

Cocina sin sal rica y sabrosa

Cocina sin sal rica y sabrosa

Equipo de expertos Cocinova

 

Verlag De Vecchi Ediciones, 2020

ISBN 9781646999125 , 192 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz DRM

Geräte

8,49 EUR

Mehr zum Inhalt

Cocina sin sal rica y sabrosa


 

INTRODUCCIÓN


En los últimos veinte años el concepto de nutrición está cambiando vertiginosamente. Esto no significa que tan sólo se haya ahondado científicamente en el tema sino que, en la práctica, se ha demostrado la eficacia que tienen sobre el organismo algunos hábitos propios de nuestros días y, por tanto, nuevos; es decir, que hasta hace pocas décadas no eran usuales entre nosotros.

Por otra parte, se tiende a creer que algunos de los ingredientes que componen nuestra dieta son indispensables y que sin ellos nuestra alimentación es pobre o incompleta. Sin embargo, recientes estudios sobre dietética demuestran que los alimentos en sí poseen los elementos necesarios para una correcta dieta, es decir, que se puede prescindir de ciertas sustancias aderezantes, como por ejemplo el azúcar, la sal o el aceite, sin que por ello en nuestra dieta haya una carencia de elementos vitales para nuestro organismo. Algunas de estas sustancias se concentran en mayor cantidad en ciertos alimentos. Otras, sin embargo, son insuficientes para una correcta dieta alimenticia. Por lo tanto, conviene ser muy consciente de que una correcta dieta que aporte todo aquello que nuestro organismo necesita, va mucho más allá de suprimir ciertas sustancias que se pueda creer que tienen los alimentos. Se debe mantener un correcto balance nutricional en el que no falte de nada: suprimir radicalmente el azúcar de nuestra dieta puede producir una hipoglucemia y hacer lo mismo con la sal implicaría un empobrecimiento de sodio así como de otros minerales. Ello produciría estados carenciales con repercusiones graves para nuestro organismo.

Sin embargo, combinando adecuadamente ciertos alimentos, se puede prescindir de sustancias aderezantes (sal, azúcar o aceite) sin que ello implique carencia en el organismo. Todas ellas son indispensables, aunque eso sí, con moderación.

En el caso concreto de la prevención o del tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, una de las cosas más importantes es reducir las grasas y el colesterol contenido en los alimentos, el azúcar, las bebidas alcohólicas y la sal.

Este libro pretende ser una guía de consulta y está pensado para todas aquellas personas que sientan una cierta inquietud por temas de alimentación, especialmente aquellos que quieran reducir en su dieta el uso de la sal sin que por ello renuncien al sabor y desemboquen en una monotonía gastronómica muy propia de innumerables dietas alimenticias. Si el médico aconseja seguir una dieta, no es necesario desesperarse, ya que se pueden encontrar platos muy atractivos y apetitosos que pueden seducir a los paladares más exigentes. Algunas limitaciones son imprescindibles, por supuesto, ya que se trata de ofrecer al organismo lo más sano e idóneo para su buen funcionamiento y para no sobrecargar el metabolismo. Pero, a pesar de todo, la dieta seguirá siendo atractiva y sana.

El objetivo primordial del presente libro es proporcionar una dieta moderna y equilibrada, ya sea de prevención o de tratamiento, en caso de algún trastorno cardiovascular.

El régimen alimenticio deberá ser rico en sodio y potasio, por lo que en las recetas seleccionadas se ha tenido muy en cuenta este requisito, procurando al mismo tiempo que resulten completas, equilibradas y sabrosas. Todas las recetas incluyen datos sobre el valor nutritivo para así comprobar el número de calorías.

En las páginas finales figuran varias recetas sobre postres y guarniciones que servirán de ayuda para poder variar la dieta en lo posible, sin salirse de lo prescrito para cada menú y sin grandes quebraderos de cabeza.

Las cantidades exactas desempeñan un papel importantísimo en la dieta, de ahí que se indiquen en gramos, aunque, cuando es posible, en algunas recetas, se incluyen algunas equivalencias aproximadas en cucharadas, cucharaditas o número de piezas.

La exclusión casi total de sal y la referencia a los edulcorantes se ha hecho intencionadamente, reservando al médico la decisión en cada caso sobre la necesidad de atenerse con mayor o menor rigor a tal limitación. El facultativo deberá ser, asimismo, quien decida sobre la conveniencia de condimentar o no con sal yodada o endulzar con azúcar, según los casos. Todas las recomendaciones médicas y dietéticas tienen como base los resultados de los más recientes estudios científicos.

Las funciones del corazón y del sistema circulatorio

Para comprender cómo y por qué enferma el corazón y el sistema circulatorio se deben considerar sus funciones en estado sano.

El corazón es el centro de un complicado sistema. Consta de un ventrículo izquierdo y de otro derecho que funcionan como bombas independientes. Su misión consiste en suministrar sangre al cuerpo, a todos sus órganos, mediante un doble sistema circulatorio. La sangre va del ventrículo derecho al pulmón (se conoce como sistema circulatorio menor) donde, mediante la respiración, se enriquece con oxígeno. Desde el ventrículo izquierdo el corazón bombea la sangre al llamado sistema circulatorio mayor por el que fluye a través de las arterias hasta abastecer a los vasos más finos, es decir los vasos capilares y, en consecuencia, a todo el organismo. Las células toman de la sangre el oxígeno que necesitan para, en un proceso de transformación llamado metabolismo, desintoxicarlas en el hígado y, finalmente, eliminarlas a través de los riñones. El corazón bombea a un ritmo determinado. Su rendimiento se mide por la cantidad de sangre que expulsan los ventrículos en cada minuto, el llamado «volumen de actividad cardíaca» o «volumen cardíaco por minuto», que suele ser de 5 litros, es decir, que cada minuto se bombean 15 litros de sangre de las venas a las arterias de los sistemas menores y mayores, respectivamente. Este rendimiento es distinto según cómo se encuentre el cuerpo, en reposo o en actividad (esfuerzo, irritación intensa), y se advierte en el número de palpitaciones (pulso).

La tensión sanguínea

Como la cantidad de sangre del organismo se mantiene constante (5 litros, en los adultos), la tensión sanguínea resulta de la cantidad de sangre bombeada por minuto en proporción a la resistencia opuesta por las arterias. Por lo tanto, la presión sanguínea aumenta cuando el corazón expulsa más sangre por minuto, y la resistencia de las arterias se eleva por el estrechamiento de los vasos sanguíneos.

Un ejemplo cotidiano: cuando se suben escaleras, las piernas necesitan más sangre y el corazón bombea con mayor rapidez. En los vasos sanguíneos periféricos (salvo en las extremidades inferiores) se produce simultáneamente un aumento de la resistencia por estrechamiento que proporciona así a las piernas el suministro de sangre necesario para el esfuerzo momentáneo del ascenso. Esta compensación a cargo del sistema circulatorio sano se regula, a su vez, por el cerebro.

Las enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos

Estas enfermedades, agrupadas por lo general dentro del concepto de enfermedades cardiovasculares, afectan a las extremidades inferiores, al corazón y al cerebro, y, según las estadísticas, suponen más de la mitad de los casos de muerte.

Si se logra sobrevivir a la enfermedad, la necesidad de una jubilación anticipada suele imponerse en la mayoría de los países, lo que se traduce en unos costos sociales que, pese a ser exorbitantes, no significa nada en comparación con la tragedia para los afectados: pérdida de trabajo, disminución de la actividad física y por tanto de la calidad de vida. Se trata, pues, de una verdadera plaga de nuestro tiempo. Pero, mientras, las plagas de antaño afectaban a nuestros antepasados de manera irreversible, sin posibilidad alguna de combatirlas, hoy en día los conocimientos científicos adquiridos sobre la etiología de las enfermedades cardiovasculares nos permiten evitar más de la mitad de los casos de apoplejía y de infarto de miocardio.

En términos generales, el criterio sostenido hoy en día en casi todos los países se fundamenta en la necesidad de incrementar los estudios sobre la incidencia de los hábitos de vida en este tipo de enfermedades y tomar las medidas preventivas convenientes, al margen de las investigaciones propiamente científicas en el campo de la medicina.

La arterioesclerosis —la causa principal del infarto de miocardio y de los ataques apopléticos— es, según la definición de la Organización Mundial de la Salud, una combinación de alteraciones de la membrana interna de los vasos sanguíneos que se caracteriza por la acumulación de sustancias grasas, tejidos conjuntivos, y acompañada de modificaciones de las demás paredes arteriales.

Este proceso vascular puede desarrollarse a lo largo de años, e incluso décadas, sin que se detecte el menor síntoma hasta que muchas veces, debido a un empeoramiento a causa de determinados procesos adicionales de coagulación, surgen repentinamente los síntomas clínicos de la patología coronaria, es decir, la insuficiencia cerebrovascular y la obstrucción periférica arterial. Los factores desencadenantes son los trastornos del metabolismo de las grasas, la hipertensión y el tabaco. Pero esto no quiere decir que dichos trastornos metabólicos deban ser los primeros síntomas de la enfermedad ni tengan que destacar de manera especial al comienzo de la misma, sobre todo cuando van acompañados de tabaquismo e hipertensión. Por otra parte, esta constatación no excluye que en casos aislados pueda producirse una grave enfermedad coronaria a pesar de no existir los factores de riesgo de manera especial. La reacción paradigmática de las paredes...