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Des-integración. Asia central y las razones de la historia

Des-integración. Asia central y las razones de la historia

Sunamis Fabelo Concepción

 

Verlag RUTH, 2024

ISBN 9789590623899 , 204 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz Wasserzeichen

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6,99 EUR

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Des-integración. Asia central y las razones de la historia


 

Prólogo


Tuve el enorme privilegio de acompañar a la joven Sunamis Fabelo Concepción, destacada investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) en el complejo y riguroso proceso para la obtención de su doctorado en Ciencias Históricas. La conocí entonces más de cerca y pude aquilatar en mayor medida su talento, laboriosidad y perseverancia, cualidades que le permitieron vencer todas las dificultades que debió enfrentar, las propias del ejercicio y otras derivadas de la casi total ignorancia de algunos sobre el contenido e importancia de su tema de investigación, lo que demuestra, una vez más, que la ignorancia unida a cierta cuota de poder propician conductas muy negativas. Aquel largo, paciente y sostenido esfuerzo, a la postre le brindó a Sunamis la posibilidad de regalarnos a todos este excelente libro.

Quisiera decir a los lectores que las siguientes palabras no tienen el propósito de recorrer todo o una parte considerable del texto con observaciones y valoraciones. Ustedes coincidirán conmigo en que no es necesario debido a la indiscutible calidad del trabajo. Para cumplir mi tarea, solo pretendo realizar unos pocos comentarios sobre aspectos que me parecen interesantes.

Considero que estamos en presencia de un valioso texto. Aquí se aborda con gran rigor científico y al mismo tiempo con un discurso expositivo claro y fluido, la importante y muy compleja problemática de la región centroasiática, antes y después de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), aportando una visión pionera en nuestro medio, muy alejada de la que nos ofrecen, en la mayoría de los casos, las ciencias sociales de los centros de poder. El libro llena un vacío historiográfico en Cuba y será de extraordinario valor para varias disciplinas universitarias, en particular Historia y Ciencias Políticas, en las que apenas se estudia la región y cuando se hace nunca se aborda en su conjunto, así como para los investigadores de esta u otras temáticas afines y el público en general, que estoy seguro mucho lo agradecerá.

En el caso de los estudios históricos en nuestro país, Asia central prácticamente no se menciona en los programas. Las asignaturas que trabajan las regiones de Asia y Medio Oriente solo se refieren tangencialmente a la problemática centroasiática, tanto antes como después del colapso del socialismo. Lo mismo puede decirse en relación con las asignaturas sobre Europa, que dedicaban un considerable espacio a la desaparecida Unión Soviética, pero profundizando en la problemática de las repúblicas más avanzadas, partían del criterio de que estas determinaban la situación del conjunto del país. Ahora se dedica mucha atención a Rusia, y se sacrifican otras áreas del espacio postsoviético, sobre todo Asia central, que ha quedado un tanto huérfana, casi un terreno de nadie. De tal manera, este libro es el fruto de la primera investigación realizada en el país desde una perspectiva integradora de la región. Antes hubo otra indagación, también motivada por el interés personal de su autor, pero fue dedicada a una sola república, la de Kirguistán.

La autora nos muestra la compleja y variada situación étnica y religiosa de los pueblos centroasiáticos, en su mayoría nómadas, cuya experiencia civilizatoria fue truncada por el dominio del Imperio ruso desde la segunda mitad del siglo xix. Dicha situación, según su fundamentada opinión, no se modificó sustancialmente con el triunfo de la Revolución de Octubre y el posterior surgimiento de la URSS, que si bien promovió el avance en el ámbito económico y también en otras áreas como la instrucción general y la salubridad, continuó el proceso de rusificación e impuso un modelo de estatidad ajeno a las tradiciones ancestrales de las poblaciones de la zona, al mismo tiempo que estableció el trazado de fronteras arbitrarias y la desconexión de la población con su tradicional entorno, con el que siempre habían mantenido fuertes vínculos históricos y culturales.

Llamo la atención acerca de la valoración de la autora, a mi juicio muy acertada, de la peculiar situación de las cinco repúblicas exsoviéticas de Asia central después de la desintegración de la URSS, a finales de 1991. Para aquellos países, que de pronto se vieron solos, desvinculados de la federación soviética y de lo que esta representaba en términos de interdependencia, no se trató solo de acometer los cambios necesarios en el orden político, económico y social en correspondencia con la nueva situación, algo ya de por sí extremadamente difícil, sino que tuvieron que abordar la complejísima tarea de crear una estatidad propia, distinta, que tomara en cuenta la larga experiencia civilizatoria de los pueblos de la región, así como aspectos de la etapa soviética, de los países de su entorno más cercano y de otros de diferentes partes del mundo. Con tales referentes comenzó la estructuración de un peculiar Estado-nación, empresa que se ha desarrollado con desigual ritmo entre los distintos países y que aún no ha concluido a pesar de los años transcurridos.

Otro asunto que me parece muy interesante es el tratamiento que proporciona la autora al complicado problema de la integración, hasta ahora prácticamente no abordado en la historiografía, al igual que ocurre con otros aspectos relacionados con el devenir de la región. Se afirma, con suficiente fundamentación, que en un mundo cada día más interconectado, las repúblicas centroasiáticas han necesitado, desde que llegaron a la independencia, avanzar en el proceso de acercamiento, colaboración y posible integración entre ellas, al mismo tiempo que se insertan en proyectos regionales y globales con estos fines. Pero los progresos de estos objetivos en el plano interno se han visto limitados por una gran variedad de situaciones y por la influencia negativa de factores foráneos, que por lo general promueven el distanciamiento y la división, mientras que en el plano externo la región se ha ido incorporando, en su mayoría, a organizaciones de colaboración o con aspiraciones de integración, casi siempre lideradas por sus dos poderosas vecinas: China y Rusia. Sin la relación entre estas potencias, que se ha venido fortaleciendo en el presente siglo, no se puede hablar de una tendencia integracionista euroasiática, por la que han apostado los países centroasiáticos, como tampoco se pudiera imaginar el tránsito hacia la estructuración de un mundo multipolar.

Como muy bien destaca el libro, la situación geográfica y los grandes y variados recursos de la zona, sobre todo los hidrocarburos, despertaron enseguida el interés de los países occidentales, particularmente de Estados Unidos y de la Unión Europea. Estas potencias aprovecharon el repliegue de la Rusia de Yelsin en el espacio postsoviético durante la década de los noventa y la entonces moderada actuación internacional de China, y penetraron de manera significativa en la vida económica y política de la región. Alemanes y estadounidenses fueron los más favorecidos. Los estadounidenses llegaron incluso a tener presencia militar temporal y permanente, y en algunos casos intervinieron groseramente en la política interna, como ocurrió en la Republica de Kirguistán, donde promovieron la llamada “Revolución de los Tulipanes”, movimiento desestabilizador que obligó a renunciar al presidente electo, que no era del agrado de Estados Unidos.

Pero este escenario se modificó progresivamente con la llegada al poder de Vladímir Putin, quien se propuso poner orden y estabilidad en el interior de Rusia, así como lograr la recuperación y crecimiento de la economía, lo que se alcanzó con relativa rapidez y ayudado por los altos precios de los hidrocarburos. Al mismo tiempo, él promovió una proyección internacional más acorde con la nueva situación del país, dejando atrás el coqueteo con occidente y avanzando hacia el objetivo de recuperar el papel de la extinta URSS en el escenario mundial. En ese contexto, se privilegió el retorno al espacio postsoviético, en un nuevo proceso de relacionamiento, que se pretendió distinto al de la época soviética, pero ha conservado en gran medida su espíritu. El acercamiento de Rusia con China, que entonces continuaba su impetuoso desarrollo económico y emprendía una política exterior más activa, condujo a una alianza estratégica y al fortalecimiento de su papel en el entorno cercano y a nivel internacional. Recomiendo a los lectores que fijen su atención en el amplio y equilibrado análisis de la autora a las características de la vuelta de Rusia a la región centroasiática y las relaciones ruso-chinas y sus consecuencias.

El fortalecimiento de las relaciones entre China y Rusia, no exentas de diferencias en algunos asuntos, promovió el surgimiento, a principios de la presente centuria, de la Organización de Cooperación de Shanghái, que relanzó las relaciones de ambas potencias con Asia central. Con el paso del tiempo se han incorporado a dicha organización además de las repúblicas centroasiáticas, otros países del entorno, entre estos algunos muy influyentes como India, Pakistán e Irán. La Organización de Cooperación de Shanghái promueve la concertación de posiciones y la colaboración en las esferas de la economía, la política y la seguridad, a través de sus reuniones cumbres, e impulsa así una alternativa a la unilateralidad en el escenario internacional. Fue precisamente en una cumbre de esta donde se lanzó la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda, que ya representa un considerable impulso al desarrollo de los países miembros y de otros muchos. Todo eso lo encontrarán en este libro, que describe y analiza...